martes, 8 de diciembre de 2015

La Cuarta República Francesa

La figura clave de la historia de Francia después de la Segunda Guerra Mundial fue, sin lugar a dudas, el general De Gaulle, por su evidente protagonismo en la lucha contra los alemanes y el régimen colaboracionista de Vichy. Es, por tanto, fue factor muy importante para entender lo que pasó en Francia no solamente al terminar la guerra sino hasta los años sesenta, en dos Repúblicas. Otro factor fundamental que debemos tener en cuenta son las consecuencias de la guerra en todos los planos: económico, demográfico, social y, sobre todo, en los ámbitos político, ideológico e psicológico al tener que abordar la situación dual de los franceses en la guerra: colaboracionistas y resistentes.

El referéndum de octubre de 1945 liquidó la III República, el régimen surgido de las derrotas de Napoleón III y de la Comuna, que nació entre monárquicos, que no tuvo leyes constitucionales hasta 1875, que había vivido la Primera Guerra Mundial y había tenido crisis y profundas sacudidas en el período de entreguerras para, por fin, sucumbir en 1940 a la invasión alemana. En el otoño de 1945 nacía un nuevo régimen, la IV República. 

En las elecciones del mismo día del referéndum se pusieron de manifiesto varios cambios en el sentir del electorado francés. Parte de las organizaciones que habían luchado y formado la Resistencia no tuvieron un gran eco electoral. Por otro lado, los socialistas y los comunistas obtuvieron un gran éxito electoral, junto con un partido democristiano, el Movimiento Republicano Popular, o MRP. Por fin, las fuerzas que sostuvieron la III República, la derecha republicana y los radicales o izquierda histórica, fueron barridos. 

Así pues, en el proceso constituyente del nuevo régimen los socialistas, comunistas y el MRP fueron las fuerzas políticas dominantes, junto con De Gaulle, aunque en 1946 decidió retirarse de la vida política. La nueva Constitución diseñó un régimen político claramente parlamentario con un poder ejecutivo débil. El texto fue aprobado en referéndum pero no suscitó un apoyo popular entusiasta porque la abstención fue altísima. Comenzaron a formarse gobiernos tripartitos. En 1947, De Gaulle decidió regresar a la primera plana política, fundando un nuevo partido, el Rassemblement du PeupleFrançais, el RPF.

El régimen diseñado entre 1945 y 1946 se caracterizó por una gran inestabilidad. En primer lugar, la organización del mismo planteó ambigüedades y problemas funcionales, especialmente en la articulación del poder ejecutivo, con las funciones del presidente y sus relaciones con el gobierno y el parlamento. 

En segundo lugar estaba la cuestión del encaje del Partido Comunista francés en el régimen político en los nuevos tiempos de la guerra fría, y que tenía un amplio apoyo electoral. De Gaulle sentía aversión hacia los comunistas e hizo todo lo posible para quitarles protagonismo en la última fase de la guerra. Además consideraba que obedecían a una potencia extranjera, por lo que había que procurar que no ocupasen nunca ministerios sensibles, como los de asuntos exteriores o de defensa. Pero el anticomunismo no fue patrimonio del general ni de los sectores políticos moderados o conservadores, ya que los socialistas también sentían una gran prevención hacia el PCF. Formar gobiernos estables fue tarea difícil en Francia. En la segunda parte de la década de los cuarenta tuvieron puestos clave los socialistas: Auriol fue el primer presidente de la República, y Blum y Ramadier los primeros primer ministros.

La Francia de la posguerra tuvo que afrontar profundos problemas económicos que tensaron las relaciones sociales y laborales. Los comunistas apoyaban las constantes huelgas. La inflación se disparó. Estos conflictos económicos y sociales provocaron un giro conservador en los ejecutivos a partir del comienzo de la década de los cincuenta. Ramadier fue sustituido por Pinay.

Sin lugar a dudas, los problemas coloniales fueron fundamentales en la crisis de la IV República. Los procesos de descolonización que comenzaron ya en los años cuarenta después de la Segunda Guerra Mundial tenían que afectar necesariamente a una de las dos principales potencias coloniales europeas. Francia abordó este fenómeno de peor forma que el Reino Unido.

En el año 1954 el ejército francés fue derrotado en Indochina. La catástrofe de Dien-Bien-Phu dejó una profunda huella en la opinión pública francesa. Se intentó afrontar esta crisis con un cambio de gobierno siendo nombrado primer ministro el radical Pierre Mendes France, sin lugar a dudas un político de gran valía, pero los problemas eran muy intensos. Además se estaba gestando en el ejército una tendencia o grupo muy hostil a la política y a los políticos y contra cualquier intento de renunciar a las colonias. En 1956 estalló el conflicto del Canal de Suez, y que dejó en muy mal lugar a británicos y franceses. Pero el gran problema de Francia fue Argelia, por su gran carga sentimental, ya que contaba con una colonia francesa muy numerosa, aproximadamente un millón de colonos franceses. Un sector del ejército se indisciplinó cuando en 1957 el gobierno intentó abordar una solución política negociadora. Una parte de la opinión pública francesa no iba a aceptar nunca que se permitiese la independencia de Argelia. La crisis política fue mayúscula en la primavera de aquel año, paralizadas las principales instituciones de la IV República. 

De Gaulle fue nombrado para presidir el gobierno el 15 de mayo. Se abría el camino para cambiar el régimen político, ya que el día 3 de junio la Asamblea Nacional le dio el poder para hacerlo.

Eduardo Montagut


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